La familia, entonces, se divide entre los que hacen ejercicio, que son más coherentes, no tienen enfermedades mentales, supuestamente; y los que son flojos. Pero de flojo a flojo, el primo más malo para el deporte ahora es capaz de mantener en órbita los satélites que ayudan a que los países primermundistas nos controlen mejor, entre otras funciones positivas para el capital. Igual a él le gusta el baile y el acroyoga.