En la terapia de hipnosis a la que asistí antes de la muerte de mi padre, recuerdo que la terapeuta me enseñó a transformar mi miedo y mi ansiedad en una imagen. La imagen era una bola de metal caliente que tenía picos. La terapia se trataba de hacer de esa bola algo que pudiera tomar entre mis manos. Pero siempre aparecía una puerta detrás de la imagen. Eso nunca se lo conté a mi terapeuta. Esa puerta después me recordó a la puerta que aparece en el cuadro Las Meninas, de Velázquez, solo que en la imagen que yo tenía en esa terapia no había ningún hombre.
Los hombres que he visto detrás de la imagen de otro hombre, los vi cuando estaba en Madrid, cuando mi exnovio me veía llorar sin consuelo. No lloraba de desamor, lloraba de miedo a lo desconocido. Siempre he tenido pánico. No sé realmente por qué. Pero mientras lo miraba aparecían desdibujados otros hombres vestidos de sombreros y capas negras. Esos hombres se burlaban de mí y me decían que lo dejara. /