Hay días que me levanto de tan buen humor que podría hacerle el amor al mundo entero. Hay días que son tan oscuros que metería cuchillos cortantes en las gargantas de cuanta persona se me pusiera enfrente. Lo único que sé, es que las lágrimas son infinitas y la ausencia de quienes he querido forman parte de ese ser acuoso en el que me convierto. Yo no soy de las personas que saben olvidar. Quizá por eso la nostalgia es una de las sensaciones más claras que tengo. Quizá por eso y por pensar en el agua y el mar. Mi abuelo era del mar. Mi padre era del mar. Mi hermano es del mar. ¿Y yo? Yo soy de la montaña pero añoro el mar. El mar con sus peces, su tranquilidad, su silencio debajo del agua. El mar con su infinito viaje, inmensidad, alegría. El mar con sus lágrimas, sus sirenas y sus mitos. Con sus Orfeos y sus Butes, con sus barcos encallados y sus sueños piratas. El mar a donde todos vamos y tocamos pero no podemos poseer.