Mi comportamiento siempre era rebelde para el sistema católico en el que vivía. La directora de la escuela me llamaba cada semana para decirme que había roto alguna regla, otra vez. Me reprendían, me amenazaban y me ponían cero en conducta. Pero yo lo único que quería era siempre irme. Irme de fiesta. Irme de la escuela. Viajar. No lo podía hacer más que a casas de amigas cercanas a la ciudad. Pero de ahí no pasaba. Yo quería viajar sola. Quería estar en la cama con un hombre. Quería saber quién era yo por dentro. El sistema católico y familiar me lo impedía. Las peleas con mis padres y hermanos no cesaban. Era insoportable la situación. Los tíos seguían cada vez más enfermos. Mi abuela cada vez más restrictiva. Los afectos cada vez más violentos. Los sentimientos se me desbordaban. Lloraba. Rompía cosas. Quería salir. Pero no sabía a dónde. /